Vivo en un polígono (1)
Maravillosa semblanza de la educación y la sociedad españolas de mano de Maximiliano Bernabé Guerrero. Recomiendo su lectura.
VIVO EN UN "POLÍGANO".
Vivo en un Polígono. Esto no es una confesión de marginalidad, ni mucho menos. Es un barrio en todo asimilable a cualquier otro, de hecho compramos la vivienda en éste por su precio un poco más bajo que en otras zonas más céntricas, no por amor al riesgo. Es un barrio que creció al lado de uno de los llamados polos de descongestión industrial de la década de 1960 -el de Toledo-, es por eso que, a pesar de tener otro nombre más respetable, se le conoce como “El Polígono”. Por lo demás, en lo práctico, no le queda demasiado de aquel carácter. La mayor parte de la población se ocupa en el sector terciario. Todo esto para ilustrar cómo el Polígono se transforma en “El Polígano” en virtud de las directrices de nuestros responsables educativos. Hablamos de la llamada adaptación del centro al medio, a un medio que incluso no existe como tal, dentro del marco de la autonomía de los centros.
Haciendo unos pocos kilómetros, tengo mi puesto en un instituto de un pueblo de unos 5.000 habitantes, de economía predominantemente agrícola y ganadera, con alguna pequeña industria. En los últimos años, y hasta hace aproximadamente uno, se hizo dinero, no sé si fácil, con actividades relacionadas con la construcción. Recuerdo que en una visita de nuestro inspector , tras soltar la carga prevista de doctrina pedagógica logse-loesiana, hizo una advertencia mucho más clara que los fárragos que había desembuchado poco antes: a la hora de calificar y evaluar había que tener en cuenta que nuestro pueblo es eso, un pueblo, que por ello el nivel cultural de sus habitantes es bajo, que ahora (hace tres años) manejan mucho dinero porque muchos son albañiles y que sus hijos, mis alumnos, salen tres noches a la semana con más de cien euros en el bolsillo cada una. Por esta razón, nada de clases magistrales ni aprendizaje memorístico, mucho menos hablar de cosas que les sean lejanas en el tiempo o en el espacio. El encadenamiento perversamente lógico del señor inspector parece aplastante: Poca cultura, albañilería, billetes, no hay que pedir mucho. ¿Significa esto que dependiendo de donde viva uno se le da un tipo de enseñanza? ¿Sucede esto en el sistema público español, en sus diecisiete sistemillas autonómicos? Al parecer, así es.
Para seguir hablando de un servidor, hice el Bachillerato en Alcalá de Henares, entre 1986 y 1989. Entonces tenía unos 180.000 habitantes y contaba con cinco institutos, entre BUP y Formación Profesional. Hoy día vivo en Toledo, unos 80.000 habitantes, y nueve institutos. ¿Qué sucedía entonces? El palabro ese de las “ratios” no lo conocíamos. Tampoco sabíamos que estábamos masificados, pero en cada aula se apiñaban más de cuarenta alumnos, en dos turnos. En las puertas no había candados, ni tampoco existían decenas de normas para no cumplir. En su lugar, libertad y respeto entre profesores y estudiantes, y eso que en el recreo nadie te impedía salir para ir a algún bar del vecindario a tomar una caña. Nunca terminaré de agradecer a los profesores de aquel Instituto de Bachillerato Complutense gran parte de lo que he llegado a ser, o a no ser, hoy, después de unas cuantas derrotas. Igual que a los del Colegio Público Dulcinea, de la misma localidad. Si alguno lee esto, que se dé por aludido y que se quede con mi admiración y mi cariño. En un entorno social que, a veces, no era el mejor supieron inculcarme el amor al saber, y la disciplina del esfuerzo.
Y a lo que iba, que no quiero dispersarme más: todo esto para decir que esa majadería que recoge tantos aplausos en los saraos y conferencias educativos, ésa de que “la escuela ha de ser un espejo de la sociedad” es una de las tontadas más perversas que los siglos han visto. La escuela debe ser un faro que ilumine. Si no es así, al que le toque vivir en un polígono, sólo le queda joderse, con perdón.
Deseducativos.com
Mañana publicaremos la continuación de este interesante escrito, con especial atención a las nacientes clases (y aristocracias) de esta nueva España de la LOGSE.
6 comentarios:
Si Expaña no ha saltado por los aires ya es gracias a que aún quedan personas como Maximiliano.
#Ignacio, no se si has visto una serie de televisión llamada The Wire.
No, la tengo en la lista de espera para cuando me vuelva a dar de alta de una tarifa plana (ahora estoy con el móvil, lo que tiene sus ventajas y sus iconvenientes).
Un abrazo, cerrajero.
He conocido algún barrio obrero populoso,hace muchos años,Bellvitge,en Barcelona,con casas prefabricadas,donde entre casa y casa cabía una mano en las juntas de dilatación.
Teníamos la Parroquía en un almacán(allí cabía Dios magníficamente,también es verdad)pero el deseo de todos era mejorar,trabajar y se intentaba educar a la naciente marginalidad. Veo que ahora se crean barriadas hacinadoras donde la esperanza está desterrada...
Estupendo artículo.
Un abrazo.
"Lo que menos perdono a los políticos y a los pedagogos españoles es que, en nombre de un demagógico igualitarismo, han fortalecido escandalosamente la desigualdad."
Antonio Muñoz Molina.
Estimado amigo, muy bueno su mensaje y el remate cierto, la escuela ilumina. Y anda que si hablara yo de la mía y de cómo está todo ahora y de cómo está el instituto y todo. En fin.
Un saludo.
¡Estupendo, muy trabajado, enhorabuena!
Un abrazote.-
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