El bufón de la Corte.
Sabina "raja" de los mismos con los que compartió mesa y manteles.
Es tradicional el papel del bufón real que juega a insolentarse mientras aprovecha lo que va cayendo de la mesa de banquetes. En este caso, da la impresión de que Sabina chupa, cuando le conviene, y de forma bastante chulesca y abyecta, lo que la cercanía a la Corona puede reportarle: el único manjar por el que un tipo que tiene bastante dinerito y, dicen, sólo se alimenta de coñac y polvos nasales, se pirra: medallas y honores, gratificación snob, presunción y delación de confidencias, la chulería de intelectual progre que juega a codearse con lo más granado de una sociedad de cuya contaminante presencia se redime luego con unas cuantas alharacas de revolucionario de salón y rechazos fingidos, y sobre todo, promoción, posibilidad de generar noticia y darle publicidad al nuevo disco lleno de graznidos gargajosos que toca vender estas Navidades.
¿O es casualidad que ahora que Sabina está de gira de promoción de su último producto comercial, empiezan a surgir noticias en torno a él? Este tema, o la indiscreta y bajuna divulgación de sus diferencias con el cantautor argentino Fito Páez, que el otro, tras una colaboración fallida, mantuvo siempre bajo un discreto velo, hasta que acabó estallando por alusiones continuas.
Yo tengo muy clara una cosa: yo rechazaría una invitación de índole puramente social de una gente cuya posición o actos resultaran incompatibles con mis principios (estos mismos reyes de España, por ejemplo). Y no tengo tanto dinero para rechazar una cena gratis tan alegremente, (ni para gastar en polvos nasales ni en brandys quemadores de epiglotis).
¿En qué se diferencia este tipejo de toda la gentuza de la telebasura que vive de contar chismes, divulgar (o inventarse) confidencias, atacar ferozmente la intimidad ajena? En el talento, sí; (sólo la izquierda niega el talento y la más mínima consideración al artista que no es de su cuerda); no está por encima de los Yoyas y esa gentuza en la altura moral.
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